Pequeña escultura en bronce (s. I d.C.) encontrada en la Dehesa Zafrilla de Malpartida de Cáceres. Bajo las patas delanteras se soldó una cartela donde se escribió la dedicación a Ataecina o Adaegina. Actualmente se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Foto: J. Vidal. “En el arandel“
Se aceptan como hipótesis más verosímiles que derive de *atte – *geno– ‘nacer/renacer’ o de un supuesto céltico *ad-akwī– ‘noche’, reconstruido a partir del irlandés adaig ‘noche’. Sin embargo, dicho término irlandés es medieval, solo se documenta a partir del siglo VIII, por lo tanto, temporalmente muy lejos de los tiempos en que dicha diosa sería creada (o adoptada) por los célticos de Extremadura.
Advierto también al lector de que esa pseudoetimología que aparece en todas las Wikipedias y por todo Internet de “Nacida de nuevo” o “Renacida”, que se da como céltica, es absolutamente forzada. No se puede construir -con verdadero rigor lingüístico- en céltico nada que suene similar a Ataegina/Ataecina (que en latín se pronuncia Ateguina/Atekina) y que se pueda traducir como “Nacida de nuevo” o “Renacida”.
Mi propuesta etimológica para el nombre de la deidad hispana Attaegina (Attegina, Ataegina, Attaecina, Ategina, Adaegina, Adegina, Addaecina) es la siguiente:
Del Proto-Indoeuropeo: *atta ‘padre’, ‘madre’ > Proto-Germánico: *atta ‘padre, madre’ > Celta: *atta ~ *atte– ‘madre’, ‘mujer/señora’, y el también Celta: *aiᶃ– ‘cabra’ [Cf. Proto-Indoeuropeo: *āĝi̯ ‘cabra’ (macho y hembra), ā̆ĝ- ~ *ag’– ‘cabra hembra’ > Griego: aigi-os ‘cabra’), más sufijación céltica/indoeuropea –na. Considérese también el Proto-Indoeuropeo: *agʷn– ‘cordero’ > Umbro (Itálico): agnās ‘hembra del cordero’ > Latín: agna. Por consiguiente, la “(Diosa) Madre Cabra”. Nótese que la cabra es el animal tributo de la divinidad en su área principal de culto entre Extremadura y Portugal, en la misma área ocupada por los Celtici (Célticos).
Por otra parte, considero que la cabra (Celta: *aig– y Griego: aigi-os) se usó como principal animal tributo de la deidad más bien por su simbolismo jeroglífico (homofónico) del término Indo-Europeo: *i̯ag– ~ *iagi– ‘adorar algo sagrado/santo’ [Cf. Griego: ἅγι-, ἅγιο- , ἅγnο- (hagno-) ‘santo, sagrado, puro’]. Nótese que el mismo nombre de Attaegina ya aparece traducido en las inscripciones latinas con el apelativo de “Señora Santa o Sagrada” [En cinco inscripciones de Santa Lucía del Trampal se alude a ella como d(ea) d(omina) s(ancta) y también como sacra], que es otra perfecta traducción del céltico *Atta/*Atte/*Ata “Señora, Mujer, Madre’ y el Indo-Europeo: *iaigi-na “Sagrada/Santa’.
Estas etimologías permiten a su vez determinar que la transcripción latina más fiel a la forma original céltica/indoeuropea sería Attaegina, Attegina, Ataegina. Pero también podría considerarse el Proto-Indoeuropeo: *k’wen- ‘santo/sagrado’ (> Proto-Báltico: *čwin-ē̂-) > *k’win-a, por tanto, *Atte-kwina “La Madre/Señora Santa”. Esta hipótesis apuntaría a un antiguo origen indeuropeo arcaico, pre-céltico, (quizá estepario Yamnaya) de la divinidad. Por consiguiente, si este fuere el caso, la transcripción latina más fiel a la forma original céltica/indoeuropea sería entonces Ataecina, que de acuerdo a la norma latina se pronunciaría Atekina.
Una última posibilidad sería que Attaegina (En latín se pronuncia como Ateguina o Ataeguina) sencillamente significara la “Diosa Madre” o “Madre Esposa”, del Proto-Indoeuropeo: *atta ‘padre’, ‘madre’ > Proto-Germánico: *atta ‘padre, madre’ > Celta: *atta ~ *atte– ‘madre’, ‘mujer/señora’ y el Proto-Indoeuropeo: *gʷen-, *gʷnā– ‘mujer, esposa’ > Antiguo Indio: gnā́ ‘mujer divina’ , ‘deidad femenina’ > Avestan: gǝnā ‘mujer, esposa’ > Antiguo Griego: günǟ́ (pronunciado como guina) ‘mujer, esposa’ > Celta: *gu̯enā ‘mujer, femenino’.
Finalmente, no considero que sea una diosa infernal, o al menos, no solo infernal. Su relación con Proserpina o Perséfone, al parecer deducible de ciertas inscripciones latinas, en última instancia nos ayudaría a interpretarla más bien como una diosa que preside la primavera y la estacionalidad. En este sentido, su propia etimología y animal cáprido asociado, nos habla de una deidad relacionada con el mundo del pastoreo (quizá también agrícola) y la prosperidad. Podría incluso tener una función simbólica similar a la de Hermes Crióforo (“El portador del carnero”), probablemente el mismo que aparece representado en en una escultura de “Cerrillo Blanco” portando una cáprido. La tradición de portar carneros en algunos pueblos eurasiáticos (como entre los túrquicos, por ejemplo) está asociada a la celebración del comienzo de la primavera, y, por tanto, vinculada a la fecundidad y a la prosperidad.