¿Los más antiguos libros de historia y poesía, y las más antiguas leyes en versos de la humanidad?
Por Georgeos Díaz-Montexano, Vitalitius Accepted Member of The Epigraphic Society
“Ellos (los turdetanos) son reputados como los más sabios de todos los iberos y, tal como ellos afirman,* tienen escritura, registros de sus antiguas historias,** poemas y leyes métricas de seis mil años de antigüedad. Los otros iberos tienen también escritura, aunque no de igual forma, ni hablan la misma lengua…” (Traducción de Georgeos Díaz-Montexano, 2004).
“… Σοφώτατοι δ᾽ ἐξετάζονται τῶν Ἰβήρων οὗτοι καὶ γραμματικῇ χρῶνται καὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι συγγράμματα καὶ ποιήματα καὶ νόμους ἐμμέτρους ἑξακισχιλίων ἐτῶν, ὥς φασι: καὶ οἱ ἄλλοι δ᾽ Ἴβηρες χρῶνται γραμματικῇ, οὐ μιᾷ δ᾽ ἰδέᾳ: οὐδὲ γὰρ [p. 188] γλώττῃ μιᾷ….” (Str. III, I, 6).
* Literalmente ‘ὥς φασι’ aparece detrás de años, pero en una traducción moderna como esta, dirigida a un público general (no especializado) la literalidad “in verbatin” no es del todo necesaria. Colocándose en esta posición, la comprensión de todo el pasaje resulta más clara. En cualquier caso, esto es algo que vienen haciendo la mayoría de los más reputados clasisistas desde los primeros traductores y los orígenes mismos de la filología griega clásica. No es algo novedoso por mi parte. En cuanto ‘ὥς φασι’ se puede traducir, más que correctamente, como lo hace Loeb Classical Library, “as they assert”, “como ellos afirman”. Otras traducciones aceptables son: “así lo afirman” y “como ellos informan”, entre otras similares con el mismo sentido de afirmación, puesto que su significado documentado y más que aceptado en los más autorizados lexicones es de un término para los conceptos de ‘afirmación’, ‘información’, ‘denuncia’, ‘acusación’, ‘sentencia’, etc. Por ello, ‘ὥς φασι’ no se debe traducir de manera tan simplista como “según dicen”. Conceptos como ‘afirmación’, ‘información’, ‘denuncia’, ‘acusación’, ‘sentencia’ se hallan, desde luego, bien alejados de un simple y ambiguo “según dicen”, que puede llevar al error de restarle valor (como si de un mero “rumor” se tratase) a un texto que como este, precisamente, trata de todo lo opuesto, es decir, de una información que se ofrece como afirmación, como algo firme, sin el menor atisbo de duda o confusión.
** “ancient history”, según la más que autorizada edición de Loeb Classical Library. Literalmente ‘παλαιᾶς μνήμης’ son las “antiguas memorias” de un pueblo, familia o linaje, pero se acepta como una buena traducción usual, “antiguas historias” o simplemente “historia antigua”, tal como vemos en esta edición clásica que aún goza de una muy alta acreditación académica.
Para otro gran erudito, considerado uno de los más acreditados clasisistas e historiadores de la geografía antigua, el alemán Friedrich Carl L. Sickler (1773 – 1836), no existía ni la menor duda de que esos “incómodos” (para muchos) seis mil años aludían a todo lo que se menciona en el mismo pasaje, es decir, tanto a la escritura como a los escritos de contenido histórico, los poemas y las leyes, según publicó en 1832 en su obra “Handbuch der alten Geographie für Gymnasien und zum Selbsunterricht: mit steter Rücksicht auf die numismatische Geographie, Volumen 1, Esther Theil, p. 14”.
“Für die Gebildetsten werden übrigens die Turdetani und Turduli (…), erklart, die schon die (…) Schreibekunst, gegen 6000 Jahre alte schriftliche Denkmäler, geschichtlichen, dichte rischen und gesetzlichen Inhalts, u. s. f., hätten…,”
“Como los más educados, por cierto, se declaran a si mismos los Turdetanos y Turdulos, que ya tenían el arte de la escritura y monumentos escritos de unos 6000 años de contenido histórico, poético y jurídico, etc.”
Sickler fue considerado como un renombrado arqueólogo y egiptólogo, fue el primero en traducir los rollos encontrados en Herculano y realizó importantes estudios en la antigua lengua egipcia, especialmente la escrita en documentos en hierático. Su descripción de la historia romana y la geografía antigua (1826) sirvió por muchos años como libro de texto para la enseñanza media y universitaria.
Nótese que también la traducción de uno de nuestros más grandes eruditos, García y Bellido (1993), viene a decir casi lo mismo, al menos en cuanto a la gran antigüedad de seis mil años de no solo de las leyes en versos sino también de los escritos sobre antiguas memorias, o sea, de sus tratados, anales o libros sobre Historia Antigua, salvo que no traduce el griego γραμματικῇ ‘escritura’ (quizá para no entrar en polémica con los eruditos alemanes, franceses e ingleses que ya estaba intentando desacreditar este pasaje precisamente en cuanto a la antigüedad de la escritura entre los turdetanos) y la imprecisión de traducir ‘ὥς φασι’ como “que ellos dicen” en vez de “como ellos afirman”, que sin la menor duda es lo correcto, de acuerdo a la semántica y etimología misma de la voz griega φασις’:
“Tienen fama de ser los más cultos de los íberes; poseen una “grammatiké”, y tienen escritos de antigua memoria y leyes en verso, que ellos dicen de seis mil años. Los demás íberes tienen también su “grammatiké”; mas esta ya no es uniforme, porque tampoco hablan todos la misma lengua.” (García y Bellido, Antonio, “España y los españoles hace dos mil años según la Geografía de Estrabón, 1993”)
En fin, que esto es lo que claramente nos refiere Estrabón, aunque no pocos “enemigos en casa”, autores hispanos mismos, por rendir pleitesía a ciertos autores ingleses y alemanes, apoyaron la especulación (porque no es más que eso) de que en realidad no se hablaría de seis mil años, sino de “seis mil versos”, argumentándose que quizá en el texto original de Estrabón no aparecería escrito ἐτῶν (etôn), ‘años’, tal como nos ha llegado en los códices, sino ἐπῶν (epôn), ‘versos’.
Pero lo cierto es, que por mucho que disguste a tales autores españoles con complejo de inferioridad, a todos esos (españoles, ingleses, alemanes, franceses, etc.) que creen imposible del todo que en Iberia haya podido surgir la Escritura, como mínimo tres mil años antes que en Sumeria y Egipto, lo que claramente muestran todos los códices de Estrabón conocidos hasta la fecha es la palabra ἐτῶν (etôn), ‘años’. De modo que la secuencia: ἑξακισχιλίων ἐτῶν, lit. “de seis veces miles de años”, solo puede traducirse de ese mismo modo, o sea, “de seis mil años”.
Por otra parte, el propio contexto nos muestra que el sentido correcto es el de años, pues los seis mil años responden a la matización que hace el autor (quien quiera que haya sido) sobre la afirmación de esos “escritos o registros de antiguas memorias” (καὶ τῆς παλαιᾶς μνήμης ἔχουσι συγγράμματα) o “historias antiguas” que tenían los turdetanos. A estos y a la escritura misma, es a lo que principalmente apuntan. El tener la mayor antigüedad en algo fue lo que siempre dio prestigio, y más aun en las antiguas civilizaciones, nunca lo fue el presumir de tener unas leyes o poemas o lo que sea de una gran cantidad de versos. Sin embargo, todavía se sigue intentando inculcar en las aulas de casi todo el mundo académico universitario y de la enseñanza media la versión de un error de “versos” por “años”, ya que así se desprenden fácilmente de lo que se ha llegado a considerar como la “mancha” que enturbia dicho pasaje y que te lleva a huir del mismo como de la peste: la cifra de los 6000 años. Cifra esta que para la mayoría de los intelectuales académicos no puede ser posible de ninguna de las maneras como antigüedad para el uso o conocimiento de la escritura. Menos mal que ya tenemos un Göbleki Tepe con esos casi 12000 años “imposibles” y hasta pinturas de Arte Rupestre que rebasan esos otros 65000 años “imposibles, para poder enfrentar con mayor base científica posturas tan fundamentalistas y ninguneantes sobre el pasado histórico y la capacidad de nuestros remotos ancestros que lamentablemente siguen predominando en un número demasiado grande aún de intelectuales marcados por un patológico complejo de inferioridad heredado en la mayoría de los casos.
Tenemos pues una referencia que es trasmitida como una afirmación de los mismos turdetanos acerca de la antigüedad en el uso de la escritura entre ellos, así como de sus poemas, leyes en versos, y hasta libros sobre sus antiguas memorias o historia antigua, es decir, libros de historia o anales históricos, que para entonces, cuando Asclepiades los visita hacia el año 100 a. C., ya contaban con unos 6000 años de antigüedad, pues tal antigüedad es claramente adjudicada a la lista de todos esos importantes hitos culturales enumerados que son los pilares de cualquier antigua civilización (escritura, escritos de antiguas memorias o historia antigua, poemas y leyes en versos). Así pues, a menos que recurramos a la falacia abusiva y nada ética de acusar al autor que trasmite la información (al parecer Asclepiades de Mirlea) de mentiroso o mero ignorante que se habría confundido cuando los turdetanos le transmitieron los datos sobre tal antigüedad o incluso acusar a los mismos turdetanos de ello, habría que considerar seriamente la posibilidad de que realmente en Iberia se hubiera inventado la escritura, como mínimo unos tres mil años antes que en Sumeria y Egipto. Pero claro, esto es algo que sin la menor duda molestará mucho ¡muchísimo! a ciertos historiadores y arqueólogos, principalmente de los países que tradicionalmente – hasta no hace mucho tiempo – han sido enemigos de España durante siglos.
Asclepiades, por cierto, según consta por el mismo Estrabón (Str., IV.4.3) fue durante un tiempo (hacia el año 100 a. C.) profesor de gramática en la Turdetania, por lo que bien pudo conocer de primera mano la información que los turdetanos afirmaban respecto a la gran antigüedad de su escritura y tradiciones literarias sobre historias antiguas, poemas y leyes en versos.
Molesta mucho este dato tan revelador sobre la gran antigüedad del uso de escritura en la península, incluso a no pocos profesores españoles que – en contra de toda lógica, y aún teniéndose un dato tan revelador como este – sienten vergüenza del mismo, y como si fuera algo sucio o indigno para la historia de Iberia, intentan ningunear la referencia, bien trasmitiendo a las nuevas generaciones en sus aulas que seguramente se trata de un mero error del primero que copió los escritos de Estrabón que hoy conocemos, quien confundiría la palabra para ‘versos’ (epôn) por la de ‘años’ (etôn) o una mera falsedad de los intelectuales turdetanos que habrían sido consultados por Asclepiades de Mirlea, entre otras ocurrencias más retorcidas, rindiéndose así constante pleitesía a eruditos europeos como Nasarre, Bochart, Guarnacci o Tiraboschi, quienes en un claro arrebato de mera “envidia” (no por sano escepticismo ni rigurosidad científica alguna, no nos engañemos) condenaron este importante pasaje histórico como un mero “delirio absurdo”.
Como argumento de apoyo para la anterior especulación (vendida ya casi como dogma académico) de que todo debe ser un mero error, que se trata de un mero “rumor’, por tanto, algo que no se puede tomar en serio, etc., se ha esgrimido siempre la “ausencia” de sistemas de escrituras anteriores a la llamada tartésica o sudlusitana, la cual no debe tener más de unos 2600 años, siendo considerada esta como hija de la fenicia o de la griega, o de ambas a la vez, y por tanto, no más antigua que unos seis o cinco siglos antes de la llegada de los romanos a la península. Sin embargo, he logrado reunir cientos de ejemplos del uso de proto-escrituras lineales prehistóricas en Iberia, que según el contexto arqueológico podrían tener incluso más de 8000 años, es decir, que perfectamente se pueden remontar a más de seis mil años antes de los tiempos de Estrabón, y con ello podríamos estar ante una verificación de la referencia atribuida a una afirmación de los mismos turdetanos como un hecho histórico verdadero y no como una invención o falsedad de estos, ni como un mero error de Asclepiades o de Estrabón, o de un copista medieval.
Estas proto-escrituras que he logrado identificar en muchos sitios de Iberia, desde Andalucía y Extremadura hasta Portugal y Galicia, y en algunos puntos del norte de España, entre otros lugares, responden al menos a dos signarios de proto-escrituras lineales que combinan logografía con fonográfica. A pesar de tratarse de proto-escrituras (o sea, ‘primeras escrituras’) se advierte un cierto grado de complejidad (no esperado para fechas tan remotas) donde cada signo tiene un valor fonético o sonido y algunos comparten un valor ideográfico o logográfico con el fonográfico, lo cual es característico de todas las proto-escrituras conocidas. Estas proto-escrituras lineales prehistóricas, al parecer fueron usadas para escribir textos en al menos una lengua concreta (Afrasiático), puede incluso que hasta para una o dos lenguas más, que desde los tiempos del Paleolítico Superior bien pudieron hablarse en la península ibérica hace miles de años, tales como el Boreano, el Eurasiático/Nostrático y el mismo Afrasiático.
Todo lo anterior, y más, lo trato ampliamente en los siguientes libros:
Escrituras Atlánticas. Ensayo sobre las escrituras lineales postpaleolíticas: Veinte años (1994-2014) de investigaciones sobre las antiguas escrituras lineales Atlánticas usadas durante el Neolítico, el Calcolítico y la Edad del Bronce (Atlantología Histórico-Científica. Vol. 5): https://www.facebook.com/EscrituraLinealAltlantica/
¿LA ESCRITURA NACIÓ EN OCCIDENTE? Marcelino Sanz de Sautuola y la cueva de Altamira. Ensayo sobre la Escritura Lineal Paleolítica. Las primeras escrituras lineales fonográficas de la historia, halladas en cuevas y artefactos paleolíticos de España, Portugal y Francia (Atlantología Histórico-Científica. Vol. 6): http://www.facebook.com/LAESCRITURANACIOENOCCIDENTE
Espero que os animéis a compartir en vuestros muros, páginas o grupos este articulo. Por lo que realmente debe importar, la búsqueda de la verdad histórico-científica misma, esté donde esté, venga de quien venga, sea cual sea, y caiga quien caiga. Y esta historia sobre la antigüedad de la escritura en Iberia, sobre cómo aquí en nuestra península al parecer ya se escribía desde miles de años antes que en Sumeria y Egipto, es precisamente una de esas “historias incómodas” que intentarán hacer desaparecer por completo los que ostentan el “poder” de dictar qué se debe escribir (y qué no) en los mismos libros de textos que serán usados para “educar” a nuestros hijos y a las futuras generaciones.