Por Georgeos Díaz-Montexano, SAIS, 2014.
Muchos buscadores de Atlantis siguen aún intentado sembrar el germen de la incertidumbre y la confusión entre los estudiosos de la isla Atlantis de Platón, acudiendo a argumentos insostenibles e infundamentados, y tan absurdos cómo asumir que Platón se equivocó en sus informaciones, o peor aún, que deliberadamente falsificó los hechos. Aunque en ocasiones acusan a Solón (uno de los siete sabios de Atenas), o incluso a los sacerdotes egipcios que contaron la historia a Solón. Los “cazadores de Atlantis” que actúan de esta manera son – precisamente – los mismos que intentan convencernos de que Atlantis se hallaba en otros lugares distintos al que tan precisa y claramente describe Platón en el Timeo y el Critias: justo ante la boca del estrecho marítimo de Gibraltar, que es el único estrecho marítimo que es mencionado, explícitamente, en las fuentes primarias griegas y romanas con el nombre de Estelas de Herakles o Columnas de Hércules.
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